30/07/20
La incertidumbre económica, la informalidad y lo lejos que estamos de los objetivos 2030 son un fuerte llamado a un nuevo contrato social y a propósito de la pandemia del COVID-19, sería justo decir que no estamos preparados para afrontar semejante reto, mucho menos para pensar en subsistir sin conocer cómo vincularnos a la llamada economía digital.
Teniendo esto en mente, la transformación del mundo del trabajo es un paradigma que en Colombia todavía no hemos adoptado y se da porque no lo entendemos como un problema de gobernanza, es decir, que debe ser resuelto a través de mecanismos que nos permitan solucionar este problema desde múltiples perspectivas y procesos. Debemos salir de la discusión sobre quién es el responsable y que evaluemos si los mecanismos que funcionan en Europa o Estados Unidos son los indicados para un país con informalidad del 46%.
En este orden de ideas, un modelo de gobernanza que actúe en frentes trascendentales para un desarrollo integral del país, será clave para la renovación de un contrato social. Así, un compromiso que garantice entre otras cosas una vida digna a través de una reforma al sistema de salud, es imperante para catapultar la formalidad laboral en el mercado urbano y rural con empleos de mayor calidad, con una mejor remuneración y mayores beneficios para la fuerza laboral.
Adicionalmente, como parte de los esfuerzos del estado para revolucionar y fortalecer el mercado laboral con empleos dignos y sostenibles en el tiempo, está la implementación de un nuevo modelo de desarrollo económico basado en una matriz productiva sustentable, equitativa y respetuosa del ambiente, con la diversificación de la agroindustria e innovación en la transformación de materias primas. En igual proporción se debe garantizar la formalización, productividad e inserción en cadenas productivas de los emprendimientos y pymes que, durante la emergencia sanitaria han demostrado ser una ficha importante para la generación de vacantes.
La transformación o modificación de las habilidades del trabajo es también uno de los elementos clave para solucionar este problema. Y como punto de partida hay que decir que no basta con que el Estado mejore la cobertura en salud, o las empresas piensen en invertir más en innovación y formación para su personal, si como miembros activos del mundo laboral no nos transformamos nosotros mismos. En un estudio realizado por el grupo Adecco, en 2019, a cerca de 5000 trabajadores, el 50% de la muestra estuvo de acuerdo en que quien debía proporcionar nuevos espacios de entrenamiento era el empleador. Precisamente el nuevo contrato social nos pide transformar este paradigma.
Finalmente, hay que subrayar que la flexibilización laboral, por ejemplo, que estuvo de moda antes de la llegada del COVID–19, es un cambio que eventualmente tendremos que aceptar, lo importante es que esto suceda cuando garanticemos una red de seguridad social para nuestros trabajadores. Hoy, trabajadores en prestación de servicios tienen graves dificultades para acceder a créditos o a servicios de la banca empresarial (algo que ya pasa en otros países), no tienen acceso a seguros de desempleo, reciben salarios que no facilitan el pago sus aportes a seguridad social o parafiscales, y en algunos casos cumplen horario cuando por contrato esto iría en contravía de la ley.
Vale la pena concluir que es el momento de repensar el futuro del trabajo colombiano, los seis meses que vienen son la oportunidad precisa para entender las consecuencias de las dinámicas actuales. Hoy más que nunca nos damos cuenta que nadie se salva solo y que la decisión así como los planes para diseñar un mejor porvenir, es una tarea colectiva que acelere y asegure la transformación, pero sobre todo, que hagamos parte de ese nuevo contrato social.
Nicolás Corredor Medina
Gerente de Mercadeo y Sostenibilidad de Adecco
nicolas.corredor@adecco.com