03/07/15
Es habitual escuchar que los colombianos son grandes trabajadores, que su empuje y ganas han sido uno de los factores determinantes a la hora de permitir el desarrollo industrial y empresarial del país y que es una de las razones por las que las empresas, incluso a nivel internacional, los prefieren a la hora de formar sus equipos. Sin embargo ¿esa creencia obedece a tradiciones, paradigmas, realidades?
Un estudio realizado por la Universidad de Groningen de Holanda en 2007 destacó que los trabajadores colombianos son de los que más horas laboran al año (1.956), lo que lo ubica entre los primeros 50 países de mayor carga laboral con una jornada promedio de ocho horas diarias.
Sin embargo, y aunque el informe califica a los colombianos como buenos trabajadores por aspectos como el cumplimiento de metas, el desarrollo de objetivos y la capacidad de trabajo bajo presión, también destacó que, para ese momento, existía un alto índice de tiempo subutilizado, dedicado a aspectos no laborales como conversar el tinto, tomar la media mañana, fumarse un cigarrillo también conversado y realizar actividades de integración celebración.
Pese a esos aspectos, no generalizados y que aún suelen presentarse, el balance es positivo según lo destaca la Asociación para la comunidad de ejecutivos de Gestión Humana, ACRIP, quien define algunas de las principales características de los trabajadores colombianos, que podrían confirmar la razón por la que son considerados echados pa’ lante, así:
Además de los aspectos característicos y aparentemente propios de los colombianos. Un estudio realizado por el Ministerio de Educación Nacional, mediante su Observatorio laboral de Educación, también permite identificar que existen factores de conocimiento y formación que permiten relacionar la capacidad laboral de los colombianos y su posibilidad de desarrollarse laboralmente.
Por ejemplo, en los últimos 50 años, el 22% de los títulos obtenidos en el país se otorgó a profesionales de los niveles técnico profesional y tecnológico, el 66% a universitarios y el 12% a posgraduados.
Lo que permite deducir que el aumento en la formación académica, con énfasis en los niveles técnicos y tecnológicos, han dotado de habilidades específicas y en tareas básicas en los diversos campos empresariales a los colombianos, lo que los hace más competitivos y apreciados en el campo laboral.
Así mismo, estas capacidades han logrado mejorar las posibilidades laborales.
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