22/05/15
Marisol Arenas, Gerente de Marca de Adecco Colombia, multinacional líder en Recursos Humanos, reflexiona acerca de las virtudes innatas en las mujeres y en cómo las aplican para su desempeño en el trabajo.
Entre los hombres y las mujeres siempre han existido grandes diferencias en su forma de comportarse, y el ambiente laboral no es una excepción. No se trata de una guerra de sexos, sino de una realidad que se evidencia diariamente en cualquier organización.
Tanto en la vida personal como en el trabajo, es reconocida la ventaja femenina para ejecutar diferentes acciones al mismo tiempo, esto derivado de su capacidad de organización. No es de extrañarse que esa habilidad para hablar por teléfono, mientras en los brazos se sostenga un bebé y al tiempo se bata el chocolate, se haya llevado al campo laboral. Delegamos funciones, redactamos informes y por teléfono cuadramos la reunión del colegio, de manera simultánea, destreza que hoy tiene un nombre que con orgullo solo se acuña a las mujeres Multitask.
Esta administración de habilidades, también trasciende al campo económico. Es aquí cuando viene a mi mente un término que surge por cosas publicitarias: la famosa administradora del hogar. Esto me recuerda a aquellas madres que con su único salario, pagan el arriendo, cubren los servicios y alimentan un hogar. Un balance que solo se logra conociendo perfectamente cada labor y cada recurso con el que se cuenta. Y así, de los mismos creadores de la administradora de hogar, llega la administradora laboral, la que expande el negocio, lo suministra y paga la nómina.
Enfatizar en lo anterior me permite hablar de cómo podemos ser madres, esposas, amigas, ejecutivas y confidentes al mismo tiempo. Claramente la habilidad multitask se extiende al relacionamiento personal e indiscutiblemente es de admirar una mujer que con esfuerzo, constancia y dedicación, ha sacado adelante una carrera laboral y un hogar.
Ahora bien, una virtud propia de la mujer es la habilidad de mantenerse hermosa incluso cuando el tiempo apremia, ese espacio del día invertido en rutinas de gimnasio, en visitas a la peluquería o un ratico de spa, nos distinguen indudablemente de un conjunto de hombres a quienes es necesario recordarles que las uñas y el pelo crecen.
Indudablemente, no puedo dejar de mencionar el hecho de ser temerarias, esa capacidad para enfrentarse a los riesgos laborales y enfrentar adversidades personales no solo nos hace admirables, sino guerreras. Constantemente estamos librando batallas y no solo las propias sino las ajenas, porque incluso en las luchas de nuestros hijos o esposos estamos en pie de lucha. Es precisamente allí donde surge nuestra capacidad de reponernos al fracaso, aquellas mujeres que cuando lo apuestan todo quedan sin nada, se limpian el rímel y vuelven a empezar, porque ni los tropiezos más fuertes han logrado bajarnos de los tacones.
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