23/10/14
Por: Carlos Alberto García Herrera, Gerente de Consultoría de Adecco Colombia
Valorar el aporte individual de los equipos de trabajo a la estrategia de las compañías, a través de programas formales e informales de reconocimiento, va tomando un auge cada vez mayor en la caracterización de la cultura organizacional colombiana. La retroalimentación positiva y equilibrada se ha logrado instaurar dentro de los equipos gerenciales como una competencia deseable y necesaria para dinamizar los resultados de las organizaciones.
La importancia del reconocimiento, logra transcender el simple hecho de brindar unas felicitaciones verbales individuales o a un equipo de trabajo, adentrándose mucho más en el apalancamiento del desempeño superior que redunde en productividad para la compañía. Es así como los aportes y esfuerzos pueden ser potencializados por la Dirección, a través de un reconocimiento formal o informal, que logre reafirmar la realización personal en la posición que se ocupe, independientemente del nivel jerárquico al cual se pertenezca, propiciando afianzar el gusto y la identificación con las tareas y responsabilidades más apremiantes generadoras de valor.
Uno de los grandes desafíos organizacionales en las áreas de gestión humana, ha sido la retención de talentos, frente a un mercado cada vez más competitivo, globalizado y con grandes habilidades para atraer, capturar y desarrollar talentos, lo que hace necesaria la condición de robustecer organizacionalmente las estrategias para hacer de los ámbitos laborales, lugares propicios para trabajar y lograr un desarrollo personal y profesional.
En esta línea, mi experiencia profesional me ha demostrado que la falta de reconocimiento oportuno al personal, constituye un factor de riesgo que provoca sentimientos de angustia e incertidumbre, los cuales impactan en el rendimiento laboral, el sentido de pertenencia, el compromiso y la percepción de favorabilidad de las compañías como lugares atractivos para trabajar.
La procura del mejoramiento de la calidad de vida, y de la relación trabajo-empresa-empleado, han llevado a las compañías a replantear y reinventar estrategias no financieras para mejorar sus indicadores de rotación voluntaria, siempre contando con la activa participación de los líderes de la organización en la administración efectiva del reconocimiento, el cual supone el afianzamiento de una cultura de trabajo mucho más apreciativa, de colaboración y productividad.
Definir una política clara de reconocimiento permitirá instaurar criterios objetivos por todos para gestionar una administración justa. Determinar este factor, será decisivo para crear un hábito organizacional por reconocer el trabajo bien realizado. La estimación exacta de cuándo dicho reconocimiento será impartido, y a través de qué mecanismos, configurarán una ruta clara que garantizará una mayor sostenibilidad en el tiempo, como una estrategia poderosa que contribuye a la felicidad en el trabajo y a la creación de una cultura organizacional que denota orgullo y sentido de pertenencia por la marca.
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