02/09/15
Por: Carolina Vargas – Head of División Administration & Finance
En el transcurso de nuestra vida laboral y personal, siempre se presentaran cambios, los cuales nos generan expectativas, ansiedades e inseguridades, que son normales frente a algo desconocido e incierto que en un principio no sabemos cómo afrontar ni los riesgos que representan, más cuando esto nos obliga a salir de nuestra zona de confort, para afrontar nuevos retos y circunstancias.
Perder el miedo a lo desconocido es la clave principal para avanzar, pues los cambios generan aprendizaje, crecimiento, y nos preparan para el futuro, además, cuando son positivos, incrementan nuestra seguridad, autoestima y potencian nuestro nivel de competitividad.
La necesidad de adaptarse, surge como respuesta a la supervivencia, e involucra afrontar las nuevas circunstancias, tener un aprendizaje y poder aportar a las nuevas situaciones, generando a la larga nuevamente estabilidad y confianza en los nuevos escenarios.
¿Por qué se considera que una situación de cambio y adaptación puede llevar al éxito profesional?
La innovación constante en el mercado laboral y la competitividad que se desprende de esta movilidad, genera competitividad y nos exige retos y ajustes. Al ser receptivos, positivos y reaccionar frente a estos cambios, afrontándolos a pesar las inquietudes e incertidumbre que despiertan, nos llevaran a conocer y aprender nuevas herramientas y a tener la capacidad de desarrollar y explotar nuevos talentos que nos aportaran de manera fundamentar en el desarrollo profesional.
La mejor manera de afrontarlos es siempre hacerlo de una manera positiva, receptiva, dejando los miedos y el negativismo de lado, pensando que los cambios siempre traerán madurez y experiencia, y sacando provecho de estas situaciones para crecer. Un líder siempre recibe los cambios como oportunidades para avanzar.
Es importante que como líderes estemos en la capacidad y la disposición de acompañar, apoyar, escuchar y entender que no todas las personas toman las situaciones de la misma manera. Es ahí donde actuamos como apoyo, mostrándoles que los cambios no son malos y que por el contrario generan nuevas oportunidades de aprendizaje y crecimiento profesional. Cuando entendemos lo que siente y piensa el otro, podemos generar cambios positivos y administrar dichos cambios para el beneficio de las organizaciones.
Adaptarse a un cambio en el trabajo no debe ser una imposición, a pesar de que existen de manera obligatoria. Este es un proceso que debe darse de manera natural, a iniciativa del colaborador, porque aunque las compañías y líderes den pautas y acompañamiento, está en cada persona la intensión y ejecución de adaptarse de manera positiva y poner todo su empeño para generar un cambio asertivo. Aquí entran en juego las estrategias de gestión del cambio que emprenden las organizaciones, con el fin de asesorar el proceso y no evidenciarlo como una orden, sino como una evolución donde se debe despertar el interés del trabajador y motivarlo a actuar.
Gestionar un cambio significativo en las organizaciones implica comunicar, capacitar y realizar acompañamiento a los colaboradores para evitar confusiones, incertidumbre y desmotivación promovida por especulaciones. Por el contrario, si generamos confianza y seguridad para afrontar nuevos retos, el objeto del cambio será absolutamente positivo y alineado con la meta de la empresa.
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